Todo
comenzó aquel día, cuando nací. Mi madre estaba muy contenta de que hubiera
nacido tal y como quería. No recuerdo mucho mi infancia, como la mayoría de las
personas, pero recuerdo que fue maravillosa, hasta que mi madre murió. Yo era
muy pequeña y no sabía lo que pasaba, pero a lo largo de los años, me daba
cuenta de aquel suceso y me entristecía fácilmente. Pero eso no era lo peor, lo
peor fue cuando mi padre se casó con aquella bruja egoísta. Ahí fue cuando mi
vida se despedazó. Con los años, aprendí a vivir aquella vida y comprendí que
no era la más desgraciada del mundo.
Un
día, el cazador de la mujer de mi padre me llevó al bosque con él y, cuando me
explicó lo que pretendía aquella bruja, me quede sorprendidísima. En la vida
había sentido tal miedo; casi se me paralizó completamente todo el cuerpo y
corrí por medio del bosque. Veía ojos y bocas mirándome y me tropecé llegando a
una casa enana donde vivían 7 personas. No sabía que vivían 7 enanitos hasta
que me dormí en una cama, y cuando me desperté, vi a todos y cada uno de ellos.
Fueron mis mejores amigos durante mucho tiempo, y les tuve mucho aprecio.
Recuerdo
que pasaron meses hasta que llegó aquel día, el peor de mi vida después del de
la muerte de mi madre. Una mendiga me ofreció una manzana, que parecía ser
jugosa; la mordí y de lo único que me acuerdo fue que me desperté con un
príncipe azul hermoso delante de mi cara. Me dio un beso y me preguntó si
quería ser su esposa. Acepté sin pensármelo dos veces, ya que ese era mi gran sueño.
Al de unas semanas nos casamos. Tuve a la mejor madre, a los mejores amigos y
tengo el mejor marido. Después de lo que me pasó a lo largo de la vida, esto
recompensa todos los males.
Emma Arriortua
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